A 45 años del saqueo al Museo Nacional de Bellas Artes: el robo, la represión y el rastro del arte desaparecido

La noche de Navidad de 1980 marcó uno de los mayores golpes al patrimonio en la Argentina
El saqueo del Museo Nacional de Bellas Artes en la madrugada del 25 de diciembre de 1980 dejó 16 pinturas impresionistas y siete piezas orientales desaparecidas, y derivó en una investigación que combinó negligencia institucional y persecución política durante la dictadura.
La escena esa noche era la de una Buenos Aires de verano: calles tranquilas, festejos de Navidad y obras en refacción en el museo. Entre la 1:30 y las 4 de la mañana, los guardias de turno percibieron ruidos y, al revisar, encontraron vitrinas rotas, marcos vacíos y la constatación de la sustracción de obras de la donación Mercedes Santamarina: decenas de piezas —entre ellas obras de Cézanne, Gauguin, Renoir, Matisse, Degas y Pissarro y objetos de jade y porcelana Ming— habían desaparecido.
Detrás del robo: negligencias y vínculos con el aparato represivo
En lugar de priorizar la búsqueda de los ladrones, la investigación oficial de la época se orientó a quebrar a los testigos. La causa quedó a cargo de una magistrada vinculada al aparato represivo y la investigación derivó en detenciones y torturas. Entre los afectados estuvieron el sereno Eusebio Eguía y el bombero y guardia Anselmo Ceballos; ambos sufrieron malos tratos. El curador Samuel Paz Pearson y el fotógrafo Horacio Mosquera también fueron perseguidos y torturados, lo que revela cómo el caso se entrelazó con la violencia política de la última dictadura cívico-militar.
Investigaciones posteriores y testimonios ubican a la empresa de seguridad que había custodiado el museo —Magister Seguridad Integral— en el centro de sospechas. Esa firma estaba vinculada a figuras del aparato de inteligencia y represión, y entre sus integrantes se mencionó a personal con antecedentes en grupos parapoliciales. Todo ello alimentó la hipótesis de que el saqueo no fue un mero robo sino parte de una operación con conexiones políticas y militares.
El posible destino de las obras y el mercado ilícito
Una de las hipótesis sostenidas por investigadores plantea que las piezas habrían sido sacadas del país y que parte del patrimonio pudo haber sido usado como moneda de cambio en circuitos internacionales, incluso para eludir embargos y obtener armamento u otros bienes. En los años siguientes algunas obras aparecieron en el mercado internacional, lo que alimentó la idea de un negocio transnacional del arte robado.
Recuperaciones puntuales y rastros que persisten
En 2001 y 2005 aparecieron y fueron recuperadas tres pinturas: El llamado de Gauguin, Recodo del camino de Cézanne y Retrato de mujer de Renoir; esas piezas regresaron y vuelven a exhibirse en el MNBA. Sin embargo, gran parte del botín —entre ellos acuarelas de Degas y obras atribuidas a Rodin y otras piezas orientales— continúa desaparecido 45 años después.
En el cruce de arte, justicia y memoria
El caso del saqueo al Museo Nacional de Bellas Artes ejemplifica cómo el robo de patrimonio se cruzó con la represión política: no sólo hubo pérdidas materiales irreparables, sino procedimientos judiciales y policiales que reprodujeron prácticas de persecución y tortura de la dictadura. La falta de una investigación pública y transparente en los años inmediatos facilitó que las piezas se perdieran en circuitos opacos.
Hoy, el episodio forma parte de la memoria sobre el periodo más oscuro de la historia argentina: conjuga el daño al patrimonio cultural con las violaciones de derechos humanos. La recuperación de algunas obras permite reflexionar sobre la importancia de mecanismos internacionales de rastreo y cooperación entre museos, casas de subastas y fuerzas de seguridad culturales para combatir el tráfico ilícito.
Lo que queda por hacer
Quedan pendientes investigaciones que continúen el rastreo internacional y el fortalecimiento de normas y controles para impedir que el patrimonio se convierta en mercancía en redes criminales transnacionales. La cooperación entre instituciones culturales, el intercambio de información con museos y casas de subastas y la persistencia en la búsqueda son esenciales para intentar recuperar las piezas desaparecidas.
Fuentes: Perfil
