Argentina no es un caso clínico: necesita un pacto de largo plazo

Por qué la ayuda externa no alcanza y qué falta para estabilizar la economía
Argentina sigue siendo una economía frágil pese a la asistencia financiera internacional reciente. El swap de monedas por US$20.000 millones anunciado por Estados Unidos y la asistencia del Fondo Monetario Internacional pueden aliviar la liquidez momentáneamente, pero no reemplazan la coherencia política ni un consenso nacional que sostenga reglas macroeconómicas estables. Sin ese acuerdo interno, la historia de crisis y recuperaciones parciales podría repetirse.
Un diagnóstico compartido, dos responsabilidades
El análisis que propone que el país "no es un caso clínico" apunta a que Argentina posee recursos productivos, capital humano y capacidades científicas que le permiten crecer. Sin embargo, esos activos no rinden adecuadamente por la alternancia de políticas contradictorias, el corto plazo de las respuestas y la falta de acuerdos que sobrevivan a gobiernos de distinto signo. Ante esa realidad hay dos responsabilidades claras: la de los socios internacionales y la de la sociedad política y civil argentina.
1) Qué debe cambiar en la relación con los aliados externos
La experiencia de décadas muestra que rescates financieros de corto plazo tienden a evaporarse sin generar transformación productiva. Según estimaciones citadas en la pieza original, gran parte de las ayudas externas anteriores salió del país en pocas semanas o meses y no dejó infraestructura ni capacidad instalada. En contraste, países como China han privilegiado inversiones de largo plazo en energía, minería y logística, construyendo así una presencia estructural en la región.
Si Estados Unidos y otros actores quieren un aliado estable en el Cono Sur, su contribución no puede limitarse a inyecciones de liquidez condicionadas únicamente por la velocidad del mercado. Deben promover —junto con actores multilaterales— mecanismos que incentiven inversiones productivas sostenibles, acompañadas de acuerdos políticos que obliguen a marcos regulatorios y fiscales predecibles.
2) Qué debe hacer Argentina internamente
La propuesta central es que el país necesita un proceso interno de consenso que pueda sostener un plan de desarrollo a 16 años —equivalente a cuatro mandatos presidenciales—. Ese horizonte no es una garantía por sí mismo, pero es lo suficientemente amplio para permitir inversiones de largo aliento y lo bastante concreto para ofrecer continuidad. Sin embargo, lograrlo exige superar dos obstáculos: la polarización política y la falta de mecanismos institucionales para traducir acuerdos técnicos en reglas duraderas.
Un camino posible es que la iniciativa parta desde la sociedad civil. Economistas, empresarios, sindicatos, académicos, juristas y comunicadores pueden diseñar y legitimar propuestas técnicas antes de que los actores políticos las incorporen. La historia argentina muestra que la sociedad civil jugó un papel clave en la consolidación democrática de los años ochenta; hoy podría liderar un impulso similar para estabilizar el régimen económico.
Cuatro pasos prácticos para arrancar
- Horizonte y objetivos claros. Definir metas cuantificables para 16 años: crecimiento de productividad, exportaciones en sectores clave, reducción de la pobreza extrema e inversión en infraestructura.
- Convocatoria acotada y representativa. Formar un núcleo de trabajo con expertos y representantes sociales que diseñe propuestas técnicas y mecanismos de implementación.
- Diseño del diálogo. Emplear reglas de comunicación y mediación profesional que permitan negociar sin que la polarización boicotee acuerdos; incorporar prácticas de escucha estructurada y mediación.
- Plan técnico integral. Negociar un plan que incluya infraestructura, energía, minería, industria, agricultura, gestión del agua, educación y reglas macroeconómicas estables.
Limitaciones y condiciones
Ninguna ayuda externa sustituye un pacto interno. Para que la cooperación internacional rinda, los acuerdos deben incluir condicionalidades orientadas a la inversión productiva y mecanismos de seguimiento transparentes. Además, el apoyo ciudadano es imprescindible: un acuerdo de largo plazo necesita legitimidad social para sobrevivir a crisis políticas y a la alternancia de gobiernos.
Ventana política y desafío electoral
Las próximas instancias electorales, con la mirada puesta en 2027, configuran una ventana para impulsar ese proceso. Pero la convicción del autor de que «cuatro mandatos» pueden transformar el país exige que los actores políticos y sociales se comprometan con reglas que limiten la improvisación y la personalización del poder. Sin ese pacto, la ayuda exterior continuará siendo paliativa.
Contexto sobre el autor: la columna fue escrita por un profesional identificado como psicólogo clínico radicado en Los Ángeles, con vínculos previos de vida y estudio en Argentina, y que declara su intención de votar en 2027. Su propuesta combina diagnóstico económico con una recomendación de construcción social e institucional.
Conclusión: Argentina tiene recursos y capacidades para un salto productivo sostenido. Lo que falta es un proceso político y social que traduzca esos activos en reglas estables. Sin ese pacto interno, la asistencia internacional será apenas un alivio temporal.
Fuente: Perfil - Opinión
