Domingo, 16 Noviembre 2025
La energía como condición para el boom minero

Energía y minería: la cuenta pendiente que pone en riesgo las mega inversiones

Sin generación firme y sin tendidos de transporte seguros, los proyectos que solicitaron beneficios del RIGI por 21.000 millones de dólares corren riesgo. La falta de líneas y la transición hacia reglas de mercado complican decisiones de inversión en centrales y en obras asociadas.
Obras e infraestructura eléctrica vinculadas a proyectos mineros
Obras e infraestructura eléctrica vinculadas a proyectos mineros

Por qué la falta de energía complica el desembarco masivo de inversiones mineras

La energía es hoy un factor decisivo en la viabilidad de los proyectos mineros: sin capacidad de generación firme y tendidos de transporte confiables, las inversiones incluidas en solicitudes al RIGI por 21.000 millones de dólares corren riesgo de no concretarse.


Panorama general

Empresas y gobernadores coinciden en que la Argentina dispone de recursos minerales atractivos —cobre, litio y oro— y que varios proyectos ya solicitaron beneficios del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI). Sin embargo, la infraestructura eléctrica y la certeza sobre el acceso a energía a precio y plazo razonables aparecen como escollos centrales.


Los números que preocupan

  • Solicitudes al RIGI por 21.000 millones de dólares.
  • Iniciativas cupríferas que podrían implicar desembolsos por 15.000 millones de dólares.
  • Proyectos que demandarían hasta 750 megawatts en su fase plena, según estimaciones del sector.
  • Un ejemplo de obra incluida en la ecuación: el tendido de una línea que el proyecto Vicuña prevé en 330 millones de dólares (según documentación del proyecto).

Fuente: Clarín, periodo: 2025


¿Qué infraestructura falta?

El sector identifica dos necesidades concretas: mayor generación de energía —en particular centrales térmicas capaces de ofrecer energía firme— y expansión de la red de transporte (líneas de alta tensión) para llevar ese suministro hasta las zonas cordilleranas donde se ubican los proyectos.

Algunas compañías aceptan financiar caminos o tendidos si pueden incorporar ese costo al proyecto y tener garantías de uso. Menos proclives están a asumir inversiones de muy alto costo sin certezas sobre el acceso exclusivo o prioritario al flujo eléctrico cuando la mina alcance su máxima producción.


El cambio de reglas y la incertidumbre financiera

La política energética oficial apunta a una transición hacia reglas de mercado: menos subsidios directos y contratos libres entre generadores y compradores. En la práctica, esa vuelta a la “normalidad” se enfrenta a la fragilidad financiera de varias distribuidoras (con deudas acumuladas) y a la necesidad de financiamiento para obras de transporte, lo que desalienta inversiones en generación cuando el mercado no garantiza pago o estabilidad regulatoria.


Una ecuación económica exigente

Una central térmica de ciclo combinado que genere cientos de megawatts puede costar del orden de 1.000 millones de dólares; el ejemplo muestra la magnitud de inversión que se exige para asegurar energía firme. El sector minero necesita previsibilidad: plazos de obra, costo del financiamiento y seguridad sobre la disponibilidad de divisas (uno de los beneficios del RIGI es la libre disponibilidad de divisas a partir del cuarto año de explotación).


Impacto potencial y plazos

Si las inversiones se concretan, la minería podría transformar la demanda doméstica de energía en los próximos años y triplicar exportaciones hacia 2030, según metas oficiales. Pero para que una central térmica funcione a pleno en cuatro años, la decisión sobre su financiamiento y construcción debe tomarse ya. Esa urgencia choca contra la incertidumbre política y regulatoria que perciben los potenciales financiadores.


Fuentes: Clarín