Enfoque inédito: un científico invirtió US$20.000 en un desarrollo para tener mejores vinos

Microbiología enológica aplicada a la producción: una apuesta por la calidad del vino argentino
Germán González Riachi, microbiólogo egresado de la Universidad Nacional de Río Cuarto, destinó US$20.000 a un desarrollo que apunta a aplicar la microbiología enológica directamente a las necesidades de las bodegas. El objetivo es mejorar la calidad del vino, preservar su identidad y aportar condiciones de producción más sustentables, además de reducir problemas habituales en las fermentaciones.
Qué propone el proyecto
El emprendimiento, llamado Ciencia del Vino, busca trasladar conocimientos de microbiología —el estudio de levaduras, bacterias y otros microorganismos presentes en la uva y en las etapas de elaboración— a soluciones prácticas para bodegas. En términos generales, la microbiología enológica ayuda a gestionar fermentaciones, prevenir desviaciones sensoriales y controlar riesgos de alteración microbiológica que pueden afectar cantidad y calidad del producto.
Por qué importa para la industria
Aplicar microbiología puntualizada en materia prima y procesos beneficia a bodegas de distintos tamaños. Un control más fino de las poblaciones microbianas puede traducirse en vinos con mayor expresión varietal —la identidad que distingue a un Malbec de un Torrontés, por ejemplo— y en una reducción de lotes fuera de norma. Además, al optimizar procesos se abre la puerta a una producción más eficiente y, potencialmente, más sustentable.
Innovación local y escalabilidad
El enfoque que presenta González Riachi es relevante porque, según la descripción del proyecto, prioriza las necesidades productivas concretas de los elaboradores en la Argentina. Eso implica diseñar intervenciones y protocolos que funcionen en la práctica del viñedo y en la bodega, no solo en el laboratorio. Si las soluciones demuestran eficacia, pueden escalarse a más bodegas y regiones, contribuyendo a elevar el estándar del vino argentino en mercados locales e internacionales.
Riesgos y límites
La microbiología enológica no es una garantía automática; requiere diagnóstico, monitoreo y adaptación a cada contexto productivo. La diversidad de climas, suelos y prácticas entre las regiones vitivinícolas argentinas implica que una solución debe probarse y ajustarse en cada caso. Además, la transferencia de tecnología demanda inversión y capacitación para que las bodegas puedan aplicar y sostener nuevas prácticas.
Impacto en calidad, identidad y sustentabilidad
El proyecto promete tres efectos deseables: mejorar la calidad sensorial del vino; reforzar rasgos distintivos que permiten identificar origen y variedad; y contribuir a prácticas más responsables con el medio ambiente al optimizar insumos y procesos. Esas metas son consistentes con tendencias globales en vitivinicultura, que combinan ciencia y tradiciones locales.
Quién es el impulsor
Germán González Riachi es microbiólogo formado en la Universidad Nacional de Río Cuarto. Fundó Ciencia del Vino para conectar la investigación microbiológica con las demandas concretas de productores y enólogos. El desembolso de US$20.000 mencionado en la presentación del proyecto se volcó al desarrollo de herramientas y pruebas de laboratorio orientadas al uso en bodega.
Qué puede esperar una bodega que adopte el enfoque
- Diagnósticos más precisos sobre la flora microbiana presente en uvas y mostos.
- Protocolos para minimizar desviaciones durante la fermentación.
- Mejor control de la estabilidad microbiológica en etapas críticas.
- Recomendaciones prácticas aplicables a escala de producción.
Contexto más amplio
Argentina es un actor importante en la vitivinicultura mundial; la incorporación de herramientas científicas aplicadas puede ayudar a posicionar sus vinos en segmentos de mayor valor. La unión entre investigación local y requisitos de la producción —desde bodegas familiares hasta empresas más grandes— es una vía frecuente para fortalecer la competitividad.
Fuentes: La Nación
