Gimnasia pasó del riesgo de descenso a pelear el torneo en menos de dos meses
Cómo se recompuso el equipo que parecía condenarse y ahora sueña con el título
Gimnasia recuperó vuelo en menos de 60 días y pasó de vivir al borde del abismo a convertirse en candidato serio para pelear el torneo, con un arquero clave, un goleador recuperado y un técnico interino que ordenó al equipo. En ese lapso se mezclaron decisiones dirigenciales, cambios de entrenador y algunos aciertos puntuales en el plantel que sostuvieron la remontada.
El punto de quiebre en el Monumental
La atajada de Nelson Insfrán en el Monumental —un penal que podía haber revertido una derrota determinante— fue, según el relato interno del club, el punto de inflexión. Esa intervención no solo evitó una caída con River sino que sirvió como disparador anímico para una racha de cinco victorias consecutivas. Esas victorias impulsaron la mejora futbolística y llevaron al equipo a pelear el Clausura cuando, semanas antes, la principal preocupación era la permanencia.
Cambios en el banco y la dirigencia
La sucesión de entrenadores fue un factor central. El ciclo de Diego Flores, con resultados insuficientes, terminó en la eliminación por Copa Argentina ante Central Córdoba de Rosario y en la continuidad de resultados adversos. La dirigencia contrató a Alejandro Orfila para el Clausura; su paso tuvo un breve repunte, pero terminó sin mostrar continuidad en el juego y fue reemplazado. La salida de Orfila y la llegada de Luis "Lucho" Zaniratto en un segundo interinato modificaron el tono: Zaniratto convenció al plantel de intentar un juego más asociado y logró estabilidad táctica que se tradujo en triunfos decisivos.
Jugadores que cambiaron la campaña
Marcelo Torres emergió como el goleador del equipo en el torneo, con definiciones de alto impacto y presencia en los momentos claves (entre ellos, goles frente a Platense y Unión). Según el recuento del club, Torres terminó siendo el goleador del plantel en el Clausura con siete tantos y su adaptación al fútbol argentino fue considerada un hallazgo por la Secretaría Técnica.
Nelson Insfrán volvió a mostrarse como uno de los pilares: además de la atajada en River, le tapó penales importantes al equipo en otras canchas, y su rendimiento fue calificado por allegados al club como determinante para sostener resultados. Por otra parte, surgió la apuesta por jóvenes como Nicolás Barros Schelotto, que consolidó su lugar en el equipo tras ganarse la titularidad en un momento de urgencia y mostró condiciones para el futuro.
Errores y lecciones
El club arrastra decisiones deportivas y de mercado que terminaron por condicionar la temporada: ventas y salidas no siempre compensadas con recambios adecuados, incomodidad por la titularidad de algunos jugadores planteada por entrenadores sucesivos, y la presión de una parcialidad que pidió la renuncia de dirigentes en varios partidos. La gestión directiva también tuvo cambios, con la asunción de Carlos Anacleto como nuevo presidente por un mandato de tres años, dato que en el ambiente del club se percibe como el inicio de un ciclo con otra hoja de ruta.
Qué queda por delante
Con el ingreso a los playoffs, Gimnasia encara una fase decisiva donde la continuidad de los rendimientos observados será clave. Mantener la solidez defensiva, aprovechar a Torres en ofensiva y sostener la confianza en Insfrán aparecen como tres pilares para soñar con el título. Al mismo tiempo, la dirigencia debe resolver cuestiones de fondo en el plantel y en el cuerpo técnico si pretende sostener la proyección más allá de esta campaña.
Contexto: Gimnasia y Esgrima La Plata compite en el fútbol argentino y el Clausura es el torneo doméstico que definió la pelea por los puestos de privilegio en 2025. El club tuvo un año con múltiples cambios en el banco y en el plantel, y cerró el ciclo con una reacción que le permitió meterse entre los candidatos.