Harina de soja y de girasol: más volumen, precios en baja y un mercado global presionado

Contexto y saldo de la campaña 2024/25
La harina de soja y la harina de girasol atraviesan realidades contrapuestas en la campaña 2024/25: mientras la harina de soja enfrenta precios en caída por una sobreoferta internacional, la harina de girasol alcanza récords históricos de volumen de exportación. Esa combinación está redefiniendo el mapa de la industria oleaginosa argentina y obligando a los actores locales a ajustar estrategia comercial y productiva.
De la molienda al mercado: por qué el aceite y la harina van juntos
La producción de harina de soja está directamente ligada a la del aceite: ambos se obtienen en el mismo proceso de crushing. Por eso, el fuerte desempeño del aceite de soja —que entre enero y noviembre de 2025 registró el segundo mayor volumen de exportación del siglo— aumentó la disponibilidad de harina y ejerció presión sobre los precios internacionales.
Volúmenes y valores: la paradoja de la soja
Según datos del INDEC, entre abril y octubre Argentina exportó 183 millones de toneladas de harina de soja. Ese volumen, pese a una caída interanual que el informe caracteriza como muy marcada, se ubica 105% por encima del promedio de los últimos cinco años, lo que indica un flujo exportador alto en términos históricos. Sin embargo, las cifras en dólares muestran lo contrario: entre abril y octubre de la campaña 2024/25 las exportaciones de harina de soja sumaron US$ 5.404 millones, un 23% menos que en la campaña anterior y el tercer valor más bajo de la última década.
El dato clave es el precio FOB promedio: US$ 296 por tonelada, el más bajo desde la campaña 2006/07. La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) registra además una caída sostenida desde abril (US$ 312/ton) hasta octubre (US$ 281/ton), lo que refleja la presión bajista sobre las cotizaciones.
Girasol: volumen récord y precios moderados
En contraste con la soja, el complejo girasol mostró un año excepcional. Entre enero y octubre Argentina alcanzó un récord de exportación de harina y pellets de girasol de 126 millones de toneladas, la cifra más alta del siglo y un crecimiento interanual del 286%. En valores, las exportaciones de harina de girasol sumaron US$ 2.202 millones, 42% más que el año anterior y casi 18% por encima del promedio de los últimos cinco años. No obstante, como en el caso de la soja, el motor fue el volumen y no el precio: el valor FOB promedio fue de US$ 170 por tonelada, lejos del máximo de US$ 258/ton observado en 2020/21.
Biocombustibles y sobreoferta: causas estructurales
La Bolsa de Comercio de Rosario identifica un factor estructural detrás de los bajos precios internacionales de las harinas vegetales: el avance de políticas de promoción de biocombustibles en países con grandes excedentes de soja, como Brasil y Estados Unidos. Estas medidas incrementan la demanda de soja para biodiesel y fomentan el procesamiento local (crushing) para obtener aceite. El efecto colateral es que ese mayor procesamiento genera más harina, que termina volcando grandes volúmenes al mercado internacional y presionando a la baja los precios FOB.
La evidencia global: datos del USDA
Los datos del USDA muestran que hasta la campaña 2023/24 las exportaciones mundiales de harina de soja crecían alrededor de 15% anual entre los cinco mayores exportadores. Pero en la campaña 2024/25 se observó un salto abrupto: las ventas globales alcanzaron 734 millones de toneladas, un 123% más que el ciclo previo y 184% por encima del promedio de los últimos cinco años. Ese aumento masivo explica en buena medida la caída de precios.
Relación aceite-harina: cambio estructural
Una consecuencia notable en Argentina es la creciente correlación negativa entre los precios del aceite y los de la harina de soja: mientras el aceite encuentra sostén en la demanda energética (biodiesel), la harina compite en un mercado saturado. No es casual que los precios relativos de exportación de la harina frente al aceite hayan tocado mínimos históricos en julio y agosto de 2025. Ese desplazamiento redefine el equilibrio del complejo oleaginoso y obliga a ajustar márgenes, destino comercial y logística de exportación.
Impactos para la cadena y los exportadores
Para los molinos y exportadores argentinos la situación implica varias decisiones: buscar mercados alternativos, negociar nuevos contratos de embarque, intensificar la logística para sostener volumen o, en algunos casos, retener stocks a la espera de mejoras en precios. También abre la puerta a buscar mayor agregado de valor local en subproductos y a revisar acuerdos comerciales con clientes tradicionales para mitigar el efecto de precios más bajos.
Qué mirar en adelante
Los factores a seguir son: la demanda mundial de biodiesel (y las regulaciones que la impulsan), la evolución de la molienda en Brasil y Estados Unidos, y la demanda de importadores clave en Asia y Europa. Para Argentina, la clave será combinar el aprovechamiento del fuerte nivel exportador —que en volumen sigue siendo alto históricamente— con estrategias comerciales que atenúen el impacto de precios más bajos.
Fuentes: Clarín, datos citados de INDEC, Bolsa de Comercio de Rosario y USDA.
