Miércoles, 26 Noviembre 2025
70.000 hectáreas y un desafío energético para el aceite de oliva

Hay 70.000 hectáreas: reconfiguración del negocio del aceite de oliva

La olivicultura argentina produce más de 30.000 toneladas de aceite de oliva y exporta alrededor de 20.000 toneladas, pero la actividad enfrenta un fuerte aumento de costos energéticos y laborales que obliga a empresas a migrar de la red eléctrica a fuentes solares y a repensar inversiones; el sector pide incentivos fiscales y mejoras logísticas para avanzar en mayor valor agregado y sostener la competitividad internacional.
Botellas y frascos de aceite de oliva junto a aceitunas
Botellas y frascos de aceite de oliva junto a aceitunas

Olivicultura en transformación: costos, energía y exportaciones

El aceite de oliva, con la Argentina entre los diez principales productores mundiales, enfrenta hoy una reconfiguración impulsada por la suba de costos energéticos y laborales; el país produce más de 30.000 toneladas anuales y exporta alrededor de 20.000 toneladas, mientras el área cultivada ronda las 70.000 hectáreas.


Panorama productivo y posición internacional

La olivicultura argentina consolidó en los últimos años una capacidad de producción que la ubica entre los principales actores globales del aceite de oliva. Con más de 30.000 toneladas anuales y exportaciones cercanas a 20.000 toneladas, la participación argentina se estima entre el 1% y el 2% del volumen mundial. Ese lugar en el ranking mundial se sostiene sobre regiones puntuales del país donde se concentran las hectáreas y la cadena de valor —cultivo, molienda y fraccionado—, aunque la superficie total productiva supera ya las 70.000 hectáreas.

Costos que empujan a cambios en la operación

Los productores señalan dos variables que están marcando una modificación estructural: el fuerte aumento de los costos energéticos y el encarecimiento de la mano de obra. Los gastos fijos asociados a energía para riego, molienda y procesos de frío incrementaron en los últimos años la estructura de costos de las empresas del sector, lo que obliga a repensar inversiones y modelos operativos.

Ante ese escenario, muchas empresas comenzaron un proceso de reconversión energética: migran del consumo mayoritario de energía eléctrica de la red hacia sistemas propios de generación, con paneles solares y baterías. La transición responde a dos objetivos: reducir costos recurrentes y ganar previsibilidad en la hoja de costos frente a la volatilidad tarifaria.

Del campo a la góndola: calidad, valor agregado y mercados

Si bien la Argentina figura entre los diez principales productores, la concentración de ventas externamente favoreció aceites de menor valor agregado. Para mejorar la competitividad y capturar más divisa, actores de la cadena proponen aumentar el fraccionado y la comercialización bajo marcas locales en mercados de mayor precio, además de certificar calidad y origen.

El fortalecimiento de las exportaciones requiere, además, mejoras logísticas y fiscales que reduzcan la “mochila” tributaria que hoy pesa sobre los productos con mayor procesamiento. Medidas que alivien impuestos o incentiven inversiones en planta y eficiencia energética figuran entre las reclamadas por las empresas.

Iniciativas empresarias y tecnológicas

La transición a energía solar no es la única respuesta: la modernización de molinos, la introducción de procesos que optimizan rendimientos de extracción y el uso de tecnologías de riego de precisión aparecen como inversiones prioritarias. Estas mejoras buscan tanto elevar el volumen de aceite de calidad como reducir costos por unidad producida.

Además, algunas empresas apelan a la integración vertical, combinando molienda con fraccionado y comercialización directa para retener mayor valor en la cadena. El desafío es hacerlo con una escala y financiamiento que permitan competir en mercados exigentes.

Competitividad y política pública

El reclamo del sector incluye medidas públicas que acompañen la modernización: incentivos fiscales para inversión en eficiencia energética, líneas de crédito con plazos largos para renovar plantas y programas de apoyo a la internacionalización de marcas. La combinación de políticas y decisiones empresarias será clave para que la Argentina no solo mantenga su lugar entre los productores sino que eleve la participación en segmentos de mayor valor.

En este contexto global más competitivo, los aceiteros argentinos señalan que las decisiones sobre tarifas energéticas, costos laborales y condiciones de acceso a financiamiento definirán si la reconfiguración conduce a un fortalecimiento exportador o a mayor concentración y pérdida de rentabilidad para productores medianos y pequeños.

Qué implica para el consumidor y el mercado interno

Los cambios en la cadena productiva también pueden repercutir en el mercado doméstico: si aumenta el fraccionado y la diferenciación de productos, los consumidores tendrán más alternativas de calidad; en cambio, si los costos presionan al segmento intermedio, puede reducirse la oferta local o aumentar el precio final.


Fuentes: La Nación