Domingo, 28 Diciembre 2025
Transformación industrial, tecnología y competencia geopolítica

Industria automotriz en Argentina: peligro para la producción frente a la era de los vehículos eléctricos

La industria automotriz en Argentina corre riesgo ante la expansión china y la transición a vehículos eléctricos: sin políticas activas se perderían producción, empleo y ahorro de dólares.
Planta automotriz con varias camionetas en línea de producción
Planta automotriz con varias camionetas en línea de producción

Una industria en transformación con riesgos inmediatos

La industria automotriz en Argentina enfrenta una etapa crítica ante la transición global hacia los vehículos eléctricos y la reconfiguración de las cadenas de valor. La electrificación y la competencia de fabricantes chinos ponen en riesgo la producción local, el empleo y el ahorro de dólares si no se implementan políticas industriales activas que atraigan inversión productiva.

Contexto global y ventajas chinas

La revolución en el sector automotriz combina un cambio tecnológico profundo —el vehículo eléctrico desplaza gran parte del valor hacia baterías, electrónica y software— con una reordenación geopolítica. Entre 2019 y 2024 la producción de vehículos se contrajo 19% en Europa y 3% en Estados Unidos, mientras que en China creció 22% en el mismo lapso. En 2024 las automotrices chinas, como BYD, aumentaron fuertemente su esfuerzo en I+D (BYD creció 34,4% interanual en gasto en I+D), en contraste con recortes en grandes grupos tradicionales: Stellantis -8,4%, General Motors -7,1% y Volkswagen -3,6%.

China además concentra más del 70% de la producción mundial de autos eléctricos y cerca del 60% de la capacidad global de fabricación de baterías, lo que le permitió bajar costos y ganar escala. Ese avance tecnológico se combina con una estrategia de inserción internacional que ya se traduce en plantas y reconversiones alrededor del mundo, incluida América Latina.

Riesgos específicos para Argentina

En Argentina la industria automotriz tiene una relevancia histórica y económica: genera, considerando toda la cadena productiva, cerca de 100.000 puestos de trabajo y aporta al ahorro de dólares vía exportaciones y sustitución de importaciones. Sin embargo, las señales recientes son preocupantes. Las autorizaciones para importar hasta 50.000 vehículos híbridos y eléctricos anuales, sin aranceles, impulsan el ingreso de modelos principalmente chinos sin un esquema paralelo que promueva la instalación de fábricas o proyectos productivos locales.

La diferencia con Brasil es notoria: en los últimos años Brasil acumuló anuncios de inversión por alrededor de US$ 23.000 millones destinados al sector automotriz, frente a apenas US$ 1.500 millones en la Argentina; una brecha que hoy ronda 15 a 1, cuando históricamente era cercana a 5 a 1. Ese desplazamiento de inversiones hacia Brasil pone en riesgo la integración productiva regional y la posibilidad de que la producción de vehículos eléctricos y sus componentes se localice fuera de la Argentina.

Instrumentos existentes y sus limitaciones

El país cuenta con herramientas normativas como la Ley de Autopartes, la Ley de Inversiones para la Industria Automotriz y el Régimen de Aduana Factoría, pero su diseño, desactualización o falta de coordinación reducen su efectividad frente a una transición acelerada. En la práctica, requisitos como la exigencia de un CUIT único para acceder al Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI) actúan como desincentivo para proyectos con estructuras internacionales o con socios múltiples, algo habitual en la industria automotriz moderna.

Qué debería buscar una política industrial eficaz

Para mantener y ampliar la capacidad productiva local, las políticas públicas deberían apuntar a:

  • Incentivos dirigidos a la instalación de plantas y cadenas de valor de nuevas motorizaciones (híbridas, eléctricas y componentes clave como baterías).
  • Mecanismos que favorezcan la escala exportadora hacia Brasil y la región, evitando la duplicación de plataformas y aprovechando economías de escala (el caso de la Hilux de Toyota es un ejemplo de estrategia exportadora que funciona).
  • Estimular inversión en I+D local y mecanismos de transferencia tecnológica para integrar software, electrónica y baterías en la oferta productiva.
  • Coordinar política comercial y de aranceles con medidas que no solo fomenten la demanda mediante importaciones, sino que condensen inversiones productivas en el país.
  • Políticas complementarias en sectores estratégicos vinculados (litio, baterías, biocombustibles) para crear encadenamientos productivos con valor agregado local.

Costos de la inacción

No intervenir con claridad es una decisión en sí misma. El riesgo real es que la Argentina deje de producir una parte sustancial de los autos que hoy se fabrican localmente y que el proceso de electrificación se resuelva casi exclusivamente por importaciones, con pérdida de empleo y retroceso de capacidades industriales. Además, la concentración de producción de vehículos eléctricos en Brasil —si continúan los anuncios de inversión y los incentivos— acentuaría un déficit comercial por importaciones de unidades y piezas y reduciría aún más las posibilidades de industrialización en el país.

Ventajas sobre las que aún puede apoyarse la recuperación

La Argentina no parte de cero: existe base industrial, proveedores locales, experiencia exportadora y capacidad técnica que pueden ser activadas con incentivos correctos. Empresas que ya operan en el país han mostrado disposición a invertir cuando las señales regulatorias y los incentivos son consistentes. Por eso, un esquema que combine exigencias de localización y metas de exportación con incentivos fiscales y apoyo a I+D puede alterar la ecuación de localización de inversiones.

Conclusión

La industria automotriz argentina enfrenta un cruce decisivo: adaptarse a la electrificación con políticas públicas activas o resignarse a perder capacidad productiva frente a la expansión de la industria china y las estrategias industriales de los países vecinos. Tomar decisiones orientadas a atraer inversiones intensivas en escala, con integración local y un foco exportador, es la alternativa para intentar mantener y crear empleo, sumar valor tecnológico y proteger el balance de divisas.


Fuente: Perfil