Domingo, 16 Noviembre 2025
Defender la imaginación ante la era digital

La imaginación frente a la sobreexposición y la amenaza de la inteligencia artificial

La sobreexposición a imágenes digitales reduce la capacidad de imaginar; lectura, escritura y artes reactivan la mirada interior y ofrecen defensa frente a la inteligencia artificial.
Manos sosteniendo un cuaderno abierto sobre una mesa con luz tenue
Manos sosteniendo un cuaderno abierto sobre una mesa con luz tenue

Recuperar la mirada interior: imaginación, lectura y creatividad como defensa

La imaginación, la lectura y la creatividad resultan hoy recursos fundamentales frente al aluvión de imágenes y estímulos digitales y ante el avance de la inteligencia artificial. Cuando la mente se acostumbra a consumir imágenes prefabricadas, pierde la práctica de construir representaciones propias; recuperar esa fábrica interior exige voluntad, tiempo y oficios que entrenan la atención.


La fábrica interior se oxida si no se usa

Vivimos inmersos en pantallas de todos los tamaños: redes sociales, series, publicidades, noticias. Esa sobrealimentación visual —a menudo instantánea y diseñada para atrapar la mirada— reduce la práctica de detenerse, observar con calma y reconstruir imágenes desde el interior. La imaginación no es un lujo estético; es una herramienta cognitiva que permite la deducción, la reflexión y el asombro. Cuando se la desactiva, la respuesta humana ante lo nuevo se empobrece.

Oficios del alma: prácticas que reactivan la capacidad de imaginar

Los llamados «oficios del alma» —lectura atenta, escritura creativa, contemplación de la pintura, escucha musical profunda, el encuentro con la escultura— funcionan como gimnasios de la imaginación. Leer exige construir mundos a partir de palabras; escribir obliga a nombrar lo que aún no existe; mirar una pintura obliga a detener la mirada y asumir la incompletud; escuchar música activa recuerdos y sensaciones que no siempre están a la vista. Son disciplinas que insisten en la interioridad.

La escuela y la formación cultural

La recuperación de la fábrica interior debería comenzar en la escuela. Más allá de la alfabetización técnica, la educación puede y debe fomentar el hábito de la lectura, la práctica de la escritura y el contacto directo con obras artísticas. Eso no significa clausurar la tecnología, sino combinarla con ejercicios que exijan tiempo, silencio y proceso: lectura de textos largos, talleres de escritura, visitas a museos con guías que inviten a preguntar y detenerse.

Tensión entre creación humana y máquinas que generan imágenes

La inteligencia artificial progresa con rapidez y ya produce imágenes, textos y música con calidad creciente. Ese avance plantea una tensión: ¿qué sucede cuando la creación automatizada sustituye rutinas creativas humanas o cuando la accesibilidad de imágenes fabricadas debilita la necesidad de imaginar? La respuesta no está en rechazar la tecnología, sino en definir y cultivar aquello que la tecnología no hace por nosotros: la experiencia íntima, la memoria construida, la mirada crítica y el trabajo lento.

Prácticas concretas para recuperar la imaginación

  • Lectura diaria de textos que exijan interpretación (relatos, poesía, ensayo).
  • Talleres de escritura que prioricen la voz propia por sobre la imitación.
  • Encuentros con pintura y escultura que pidan observación sostenida.
  • Ejercicios de memoria sensorial: describir sin imágenes de referencia.
  • Limitar tiempos de pantalla y establecer pausas sin dispositivos.

La imaginación no desaparece de golpe

La pérdida de imaginación es un proceso gradual: gotas de abandono que terminan erosionando la capacidad de producir imágenes propias. Pero la recuperación también es gradual y posible: se reconstruye con prácticas sostenidas, con comunidad y con políticas culturales que sostengan la formación artística y lectora. La imaginación es la frontera que nos permite seguir siendo creativos y críticos frente a las máquinas que generan contenidos.

Para cerrar: por qué nos importa

No se trata solo de defender un valor estético: se trata de preservar capacidades humanas básicas para pensar, empatizar y proyectar futuros. En un mundo donde la inteligencia artificial ya comienza a imaginar por nosotros, la inversión más necesaria es la que recupera la potencia de la mirada interior. Esos oficios del alma —lectura, música, pintura, escritura— nos devuelven la posibilidad de asomarnos y ver quiénes somos cuando no estamos hipnotizados por lo que otros ponen ante nuestros ojos.


Fuente: Clarín - Cartas al país