La red invisible del radioteatro: actores silver y piezas que circulan por todo el país

Radioteatro federal: de talleres locales a emisoras de Formosa a Neuquén
La red de radioteatros coordinada por Rodolfo Amolio produce obras que se distribuyen gratuitamente a radios de distintas provincias; el proyecto reúne a actores “silver”, voluntarios y alumnos que aprenden el oficio en talleres y llevan piezas unitarias a oyentes de todo el país.
Rodolfo Amolio, 79 años, combina una formación técnica con una militancia cultural que desde 1999 sostiene una red federal de radioteatro. Su propuesta no busca rescatar un pasado: apuesta a un formato en presente, con producción regular, distribución gratuita y la práctica como escuela. Desde su iniciativa, radioteatros hechos por elencos no profesionales se emiten semanalmente en una docena de emisoras que llegan desde Formosa hasta Neuquén.
Una práctica pedagógica y comunitaria
La metodología parte de una idea simple y exigente: el actor debe aprender a contar sin cuerpo, solo con la voz. Los talleres reclutan en su mayoría a alumnos sin experiencia previa; el trabajo se concentra en respiración, ritmo, intención y lectura. La etapa técnica incluye grabación, escucha, corrección y edición; luego, las obras se envían a las radios adheridas sin costo y con una periodicidad pactada.
Para Amolio la diferencia entre el radioteatro clásico y los pódcast actuales no es nostalgia: es estructura. El radioteatro tradicional estaba pensado para horarios fijos y una audiencia cotidiana organizada alrededor de la radio. Hoy el formato convive con plataformas digitales y redes, se adapta y produce piezas autoconclusivas de 55 a 90 minutos que pueden circular por emisoras barriales, FM locales, redes provinciales y espacios en línea.
Distribución y redes: el modelo solidario
El envío gratuito de material es una regla: una obra extensa por mes (un “tanque” de noventa minutos) y otros contenidos unitarios se comparten sin contratos. Muchas emisoras aceptan el formato y lo incluyen en su grilla; además, el material se dona a instituciones como bibliotecas de ciegos. La lógica es de servicio público cultural: llevar relatos a quien no paga por escucharlos y sostener una tradición de imaginación sonora.
Audiencia y sentido social
El público que sigue el radioteatro tiende a ser heterogéneo: hay oyentes que vivieron la época de oro del género y otras audiencias que redescubren la radio como un espacio de imaginación. Los grupos suelen presentarse en bibliotecas populares, centros culturales y geriátricos; allí se recupera el valor afectivo del formato: muchas personas mayores recuerdan sus propias rutinas con la radio y disfrutan ver el detrás de escena.
Selección de repertorio y adaptación
La elección de obras responde a criterios prácticos: disponibilidad de voces, predominio femenino en los elencos y sensibilidad por el medio. Algunas frases o escenas se adaptan al contexto radial para no romper el ingreso súbito de la radio en una casa donde pueden estar chicos o personas mayores. El repertorio privilegia la comedia pero no evita obras dramáticas cuando el equipo y el medio lo permiten.
El radioteatro frente a los pódcast
Amolio no plantea una oposición dogmática: entiende que los pódcast comparten el espacio sonoro pero cambian la temporalidad. Mientras los pódcast se consumen bajo demanda y con libertad horaria, el radioteatro mantiene una relación directa con la programación y la radio como lugar colectivo. La propuesta que coordina combina ambos mundos: produce material pensado para radio y también adaptable a plataformas digitales.
Continuidad y comunidad
Tras más de dos décadas de trabajo, la red sigue creciendo y consolidando el taller como una segunda casa para muchos participantes. La inscripción anual tiene cupos limitados y la mayoría de los alumnos repite año tras año. Para Amolio el objetivo no es la vitrina profesional sino la formación: que la voz vuelva a ocupar el centro y que la imaginación recobre su fuerza en un país con tradición sonora.
Fuentes: Infobae
