Préstamos personales y de tarjetas: el fuerte aumento y qué implica para la morosidad

Un salto en el crédito al consumo y sus efectos sobre los pagos
La cartera de préstamos personales y de tarjetas de crédito acumuló un crecimiento real del orden del 120% desde marzo de 2024, según el análisis de First Capital Group sobre datos oficiales del Banco Central. Ese incremento masivo incorporó a muchos nuevos deudores con capacidad financiera limitada y, en los meses previos a octubre, comenzó a reflejarse en un aumento de los índices de mora.
Guillermo Barbero, socio de First Capital Group, explicó en La Voz En Vivo que el fenómeno tiene dos aristas: por un lado ingresó al mercado crédito una gran cantidad de personas que antes estaban fuera; por otro, se amplió el dinero prestado a clientes ya existentes. “Esa gente está en los límites del mapa de riesgo de las entidades financieras”, dijo, y advirtió que esos segmentos con capacidad económica más débil empujarán los índices de morosidad por encima de los niveles previos, aunque por ahora la cifra global no es alarmante.
Cómo se llegó hasta aquí
El crecimiento del crédito al consumo se dio en un contexto de flexibilización del otorgamiento durante parte del período y, luego, de endurecimiento. La suba de tasas de interés hizo que las entidades financieras primero ampliaran el acceso y después limitaran los nuevos préstamos. Cuando las tasas suben y al mismo tiempo se restringe la posibilidad de renovar deudas, muchos hogares no consiguen reemplazar financiamientos y terminan atrasándose en los pagos.
Barbero describió esa dinámica como un “cóctel explosivo”: los deudores que antes podían refinanciar un vencimiento ahora encuentran menos oferta y costos mucho mayores por la financiación disponible. Por eso, la morosidad en carteras recientemente incorporadas tiende a subir más rápido que en segmentos tradicionales.
Diferencias por tipo de crédito
No todos los préstamos muestran el mismo comportamiento. En el caso de los créditos hipotecarios, la morosidad se mantiene baja —solo algo por encima del 1% según la comparación que realizó Barbero— mientras que los plazos y las garantías típicas de ese mercado amortiguan el impacto. En contraste, los préstamos personales y las tarjetas suelen negociarse a plazos cortos y con tasas más altas, lo que aumenta la presión sobre el ingreso familiar.
Plazos y costo: por qué importa cómo se estructura la deuda
Para el especialista, el problema central no es tanto el monto total de la deuda —que, en promedio, se sitúa alrededor de uno a uno y medio ingresos por familia— sino el plazo para devolverla. Un crédito repartido en plazos largos reduce la cuota mensual y facilita el cumplimiento; un préstamo concentrado en pocas cuotas, con tasas elevadas, puede absorber 30% o más del ingreso y volverse impagable.
Barbero puso como ejemplo la diferencia entre un préstamo en 24 cuotas y uno en tres: el primero suele ser manejable; el segundo, con tasas altas, genera quiebre en el presupuesto. Además, pagar solo el mínimo de la tarjeta es la opción más cara: tasas que superan el 100% hacen que el saldo crezca rápidamente. Por eso muchos usuarios optan por tomar un préstamo personal más barato para saldar la tarjeta.
Consecuencias para hogares y bancos
Un aumento sostenido de la morosidad puede tener efectos en cadena: reduce la capacidad de las entidades de seguir prestando, encarece el crédito para todos y presiona sobre las condicione económicas de los hogares. Para las familias significa menos margen para consumo y ahorro; para el sistema financiero, mayores provisiones y un endurecimiento del riesgo crediticio.
Qué piden los especialistas y cuál sería la salida
Barbero y otros analistas proponen políticas orientadas al refinanciamiento y a ampliar plazos adecuándolos a la capacidad de repago de las familias. La clave para aliviar la presión sería permitir financiamientos en condiciones que no obliguen a destinar porciones insostenibles del ingreso a cuotas inmediatas.
Medidas públicas o acuerdos entre entidades y reguladores pueden facilitar reestructuraciones que eviten que deudas de corto plazo se transformen en mora de largo plazo. En paralelo, es central mejorar la educación financiera para que los consumidores elijan opciones de crédito con plazos y costos sostenibles.
Qué pueden hacer los consumidores ahora
- Revisar la estructura de sus deudas: priorizar aquellas con tasas más altas (por ejemplo, saldar tarjetas con préstamos personales más baratos).
- Negociar plazos: solicitar reestructuración o refinanciamiento con cuotas más largas y menor presión mensual.
- Evitar pagar solo el mínimo de la tarjeta: es la alternativa más costosa.
- Consultar asesoramiento financiero cuando la cuota pase a ser una proporción alta del ingreso.
Contexto sobre las fuentes y algunas aclaraciones: el análisis citado se apoya en el monitoreo de datos oficiales del Banco Central realizado por First Capital Group y las declaraciones del socio Guillermo Barbero en La Voz En Vivo. Las cifras agregadas (crecimiento real aproximado 120% desde marzo de 2024) provienen del análisis de esa consultora. Los porcentajes de morosidad difieren según el tipo de cartera; los créditos hipotecarios, por ejemplo, mantienen morosidad baja, mientras que las carteras de consumo muestran tensiones crecientes.
Fuente: La Voz
