Miércoles, 31 Diciembre 2025
Una denuncia que expuso una red internacional

Raquel Liberman: la denuncia que desató la caída de la Zwi Migdal

La denuncia de Raquel Liberman el 31 de diciembre de 1929 activó una investigación que confrontó a la poderosa Zwi Migdal; su coraje sacó a la luz una trama de tráfico, explotación y protección institucional que operó por décadas.
Archivo histórico relacionado con la Zwi Migdal y la denuncia de Raquel Liberman
Archivo histórico relacionado con la Zwi Migdal y la denuncia de Raquel Liberman

La valentía de Raquel Liberman frente a la Zwi Migdal

La denuncia de Raquel Liberman el 31 de diciembre de 1929 marcó el inicio del derrumbe de la Zwi Migdal, la organización de trata más poderosa de la Argentina. Viuda, víctima de explotación y con apenas 29 años, Liberman se presentó en una comisaría y dijo: “Estoy segura. Solamente se muere una vez.”


La Zwi Migdal operaba desde fines del siglo XIX y se presentaba bajo la fachada de la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia. En los papeles, una mutual; en la práctica, una red internacional que traficaba mujeres desde Europa del Este y montaba una estructura que incluía prostíbulos, viajes, desfiles de venta y la corrupción sistemática de funcionarios. Investigaciones historiográficas sitúan sus ganancias en decenas de millones de dólares anuales y ramificaciones en ciudades como Río de Janeiro, Nueva York, Varsovia y Moscú.

Origen y funcionamiento de la red

Organizada por proxenetas en su mayoría de origen polaco, la red reclutaba adolescentes con promesas de trabajo o matrimonio. En el trayecto de viaje muchas eran abusadas y, al llegar, eran explotadas en burdeles de Buenos Aires y otras ciudades. La Zwi Migdal administraba los traslados, financiaba prostíbulos, imponía multas, prestaba dinero para montar locales y, sobre todo, pagaba coimas a policías y funcionarios para operar con impunidad. Entre sus locales más conocidos figuran prostíbulos ubicados en el área delimitada por Lavalle, Viamonte, Libertad y Talcahuano.

La historia personal de Raquel

Nacida en 1900 en Berdichev (entonces Polonia), Rokhl Lea Liberman —luego Raquel— llegó a la Argentina con la esperanza de reunirse con su marido. Tras la muerte de él en 1923, quedó sola y, por la influencia de su cuñada Elke (involucrada en la red), fue forzada a prostituirse. Con esfuerzo pudo comprar su libertad y abrir un comercio, pero fue engañada nuevamente y volvió a caer en manos de la organización. Tras años de explotación y varios intentos por escapar, logró huir y presentó la denuncia ante el comisario Julio Alsogaray.

Investigación y choque con el poder

El comisario Alsogaray llevó el caso al juez Manuel Rodríguez Ocampo, quien impulsó una investigación en la que se ordenaron allanamientos y detenciones masivas. El juez entendió que existía “asociación ilícita” y dictó prisión preventiva para más de cien imputados; pidió captura para otros trescientos. La respuesta de la organización fue rápida: muchos escaparon al recibir alertas. La investigación puso en evidencia la red de complicidades que protegía a la Zwi Migdal: políticos, jueces, policías y empresarios estaban, en distintos grados, vinculados a la trama.

Consecuencias y limitaciones

Aunque el accionar judicial inicial derribó gran parte de la estructura y dejó a numerosos imputados detenidos, la Cámara de Apelaciones terminó afectando la figura de asociación ilícita, lo que permitió la liberación de la mayoría de los detenidos salvo tres. El efecto político y social fue complejo: la denuncia de Raquel mostró la magnitud del delito y expuso vínculos de corrupción, pero la restauración de impunidad durante la década siguiente —la llamada “década infame”— favoreció la reaparición de prácticas de explotación con nuevos operadores.

Memoria y legado

Raquel Liberman murió en 1935, con 34 años, internada en el Hospital Argerich. Sus restos fueron enterrados con el nombre de casada en Villa Domínico, en el mismo cementerio donde reposan varios de los proxenetas. La investigación histórica posterior permitió rescatar su figura como símbolo de resistencia: su denuncia fue un acto individual que, aun con limitaciones judiciales y sociales, abrió una grieta en una red criminal que operó con tolerancia oficial durante décadas.

El caso recuerda la importancia de investigar redes de trata de personas y de fortalecer respuestas institucionales que no dependan de voluntades individuales. También deja una enseñanza sobre el peso de la evidencia: la valentía de una sola mujer fue suficiente para iniciar una investigación que, aun inacabatada, dejó pruebas sobre la connivencia y la explotación sistemática.


Fuentes: Infobae