Renovables: oportunidad para transformar la matriz energética y productiva de Argentina

Un momento clave para las renovables y el biogás
Argentina enfrenta hoy una ventana de oportunidad para impulsar las energías renovables y cambiar su matriz energética productiva. La prórroga del régimen de incentivos (Ley 27191) y la promoción del biogás y el biometano aparecen como medidas centrales para aprovechar recursos como los vientos patagónicos, la irradiación solar de la Puna y la biomasa agrícola.
Por qué importa: capacidad, costos y seguridad de suministro
Las fuentes renovables soportan ya cerca del 20% de la potencia instalada en el país, y la proyección de demanda eléctrica para 2030 exige agregar aproximadamente 16000 megavatios de capacidad disponible. Ese déficit indica que la transición no es solo ambiental: es una necesidad para garantizar oferta confiable y reducir costos de generación en picos de demanda.
Según el ingeniero Martín Pagliaro, consultor con experiencia en proyectos bioenergéticos, Argentina reúne ventajas comparativas —factor de capacidad alto por viento y sol, y disponibilidad de biomasa— que pueden transformarse en inversión si se mantienen incentivos y se ajustan normas sectoriales.
Fuente: Entrevista a Martín Pagliaro / Infobae-DEF, periodo: 2025
Bioenergía: capacidad instalada y potencial
El segmento bioenergético muestra experiencia incipiente: hay 34 plantas de biogás que suman 80 MW, una cifra pequeña frente al potencial estimado por recursos biomásicos. Con los volúmenes de residuos y efluentes de la actividad agropecuaria, Pagliaro estima que solo monetizando parte de ese recurso se podría cubrir cerca del 5% de la demanda eléctrica actual mediante biogás/biometano.
El caso comparado: Alemania acumula más de mil plantas de biogás y Brasil inauguró, tras su régimen RenovaBio, promedios de una planta por semana en años recientes. Esos ejemplos muestran que la escala se alcanza con reglas estables y políticas de apoyo financiero específicas.
Obstáculos regulatorios y de financiamiento
El Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI) exige inversiones mínimas que suelen exceder la escala de muchos proyectos de biogás, lo que deja fuera al grueso de emprendimientos que son económicamente viables y de impacto distribuido. Además, no existe aún una obligación de corte o mezcla mínima de biometano en la red, como la que permite Alemania, donde se inyecta hasta el 10% de bio-GNC en gasoductos.
Pagliaro señala que la normativa de Enargas permite técnicamente inyecciones, pero falta la señal política que incentive la inversión y que genere mercados previsibles para los productores de biomasa y operadores de plantas.
Impacto económico y productivo
El impulso a renovables y bioenergías puede traducirse en beneficios sobre la balanza de pagos (menos importación de combustibles), en mayor valor agregado local por la construcción y operación de proyectos, y en empleo regional. Además, las plantas de biogás permiten tratamiento de efluentes y reducción de pasivos ambientales en tambos, feedlots y agroindustrias.
Qué falta para aprovechar la oportunidad
- Prórroga y actualización del régimen de incentivos (Ley 27191) para dar previsibilidad a proyectos en curso y nuevos.
- Normas que faciliten y obliguen gradualmente la mezcla de biometano en la red de gas.
- Programas de financiamiento y garantías adaptadas a la escala de los proyectos bioenergéticos, y ajustes en RIGI para incluir inversiones menores.
- Políticas de capacitación y desarrollo de cadenas de valor locales para fabricación de equipamiento y operación.
Si el país combina esa agenda regulatoria con líneas financieras y campañas de atracción de inversión, la transición puede acelerarse en forma que beneficie tanto la matriz energética como la estructura productiva nacional.
Fuente: Entrevista con Martín Pagliaro; artículo original en DEF / Infobae. Leer nota completa
