Tres aprendizajes para la industria financiera tras un año de cambios: tiempo, prudencia y adaptación

Balance 2025: transformación y aprendizaje del sistema financiero
La economía argentina vivió en 2025 un año de fuerte transición para la industria financiera, marcado por la incorporación acelerada de inteligencia artificial, cambios en la política monetaria y la normalización del esquema cambiario. Para el sector bancario, esas transformaciones exigieron readecuar modelos de negocio, mejorar la simplicidad de las propuestas y ajustar la gestión del crédito en un contexto de mayor volatilidad.
Un cambio de época: inteligencia artificial y nuevos servicios
La irrupción de la inteligencia artificial atravesó a todas las áreas del sistema financiero: desde la evaluación crediticia y la detección de fraudes hasta la personalización de productos para clientes. El autor del análisis —CEO de Banco Supervielle— describe la IA no solo como una herramienta tecnológica, sino como un cambio cultural que obliga a repensar procesos, modelos de atención y la relación con los usuarios.
Política macro y costos financieros
La adopción de un esquema cambiario más flexible reactivó operaciones y reordenó incentivos, pero la liberación de las tasas y el retiro de herramientas de administración monetaria elevaron la volatilidad. En particular, entre julio y octubre del año se registró una fuerte suba de tasas que tensionó el financiamiento y provocó un aumento en la morosidad para segmentos sensibles de la economía real. Ese episodio dejó una lección clara: hay una curva de aprendizaje inevitable al transitar hacia una inflación más baja y un sistema de tasas más libre.
Simplicidad y experiencia del usuario
Un punto que el sector incorporó como prioritario fue la simplicidad. Los productos complejos resultan hoy menos competitivos que las propuestas claras y fáciles de usar. La integración de servicios financieros con servicios no financieros —por ejemplo plataformas de comercio, soluciones de cobranza y herramientas de gestión para pymes— emergió como una estrategia para aumentar el valor percibido por los clientes y para diversificar fuentes de ingresos.
Crédito, depósitos y expectativas
Mirando hacia 2026, el escenario será favorable si se mantienen señales de estabilidad: una baja gradual de la inflación y una reducción de las tasas nominales, manteniendo rendimientos reales positivos, podrían fortalecer la demanda de dinero, ampliar depósitos y habilitar mayor crédito al sector privado. Ese círculo virtuoso depende, además, de reformas estructurales y de incentivos para atraer capitales al sistema financiero y a la economía productiva.
Competencia, regulación e inclusión
El sector enfrenta hoy una competencia más intensa: aparecen nuevos jugadores, fintechs con soluciones específicas y modelos de negocio que obligan a los bancos tradicionales a innovar. Esto requiere reglas claras por parte de los reguladores para garantizar competencia equitativa, protección del consumidor y estabilidad del sistema. Al mismo tiempo, la inclusión financiera sigue siendo un objetivo: incorporar más personas y pequeñas empresas al sistema formal amplía la base de depósitos y la capacidad de financiar la actividad productiva.
Un llamado a la paciencia y a la capacidad institucional
El autor sostiene que los cambios profundos exigen tiempo y que el país está "en la mitad de un puente": la sociedad habría optado por un sendero más previsible y con orden fiscal, condiciones que pueden permitir recuperar un horizonte de largo plazo. Sin embargo, ese proceso exige mantener la prudencia en las políticas económicas, acompañar la adaptación del sistema financiero con marcos regulatorios adecuados y sostener la innovación con foco en resolver problemas concretos de empresas y clientes.
Conclusión
Para que la industria financiera sea un motor del crecimiento se necesitan tres condiciones simultáneas: hacer las cosas bien (calidad regulatoria y práctica operativa), tener paciencia (los procesos de normalización requieren tiempo) y aceptar que la transformación tecnológica y cultural seguirá marcando la agenda. Si esos factores se consolidan, la expectativa es que 2026 ofrezca mejores condiciones para la expansión del crédito, la formalización del empleo y el fortalecimiento del ahorro, elementos centrales para un crecimiento sostenido.
Fuente: Infobae (columna de opinión)
