Lunes, 17 Noviembre 2025
Un centro de formación BDSM con clientela internacional

Un castillo para formarse en BDSM y su primer visitante argentino

La Domaine Esemar, en el norte del estado de Nueva York, funciona desde los años 90 como un centro de formación en prácticas BDSM que combina talleres técnicos, estadías y protocolos estrictos de privacidad; su primer visitante internacional fue, según el fundador, un argentino en 1994.
Interior de un espacio dedicado a prácticas BDSM
Interior de un espacio dedicado a prácticas BDSM

La Domaine Esemar: formación, privacidad y una clientela internacional

La Domaine Esemar es, según sus responsables, el único centro ubicado en el norte del estado de Nueva York que funciona con la estética y la oferta de un “castillo” para formación en prácticas BDSM. Allí se dictan talleres, se realizan estadías y se ofrecen sesiones guiadas para dominantes, sumisos y parejas, siempre bajo la regla básica del consentimiento informado y protocolos de seguridad.


Origen y actividades

El proyecto nació en 1993 a partir de la iniciativa de quienes hoy se presentan como Master R. y Lady Do. Comenzó siendo una propuesta modesta en una casa con una sola mazmorra y, tras dos años de demanda creciente, se mudó a una casa rural más amplia que adoptó el nombre La Domaine Esemar. El término «Esemar» remite a la transcripción fonética de s/m/r (s/m por la dinámica sadomasoquista y r por Master R.), y la elección deliberada de la forma femenina «La Domaine» apunta a reflejar una mezcla de géneros y estilos en su identidad.

El centro ofrece cursos técnicos y prácticos, desde manejo de látigo y bondage hasta talleres sobre consentimiento, seguridad y prácticas consensuadas. Según sus responsables, también organizan eventos complementarios —catas, cenas gourmet— que combinan formación y ocio para los asistentes.


Perfil de la clientela y cuidados de privacidad

La Domaine recibe público diverso: parejas, clientes individuales y profesionales del ámbito. A lo largo de más de treinta años, sus gestores aseguran haber recibido visitantes de muchas nacionalidades y oficios, y sostienen una política estricta de confidencialidad. Antes de acceder a los espacios realizan entrevistas exhaustivas —según el relato, desde 1996 se llevan registros por nombre de pila— y exigen normas claras de discreción: quien divulgue detalles de otros asistentes puede perder el acceso.

Los responsables destacan que la clientela hoy se compone mayoritariamente de parejas que buscan estadías formativas y asesoramiento, aunque también mantienen servicios para sesiones individuales y formaciones especializadas con instructores reconocidos en distintas disciplinas del BDSM.


El primer visitante internacional: un recuerdo del fundador

Master R. relató que el primer visitante internacional que llegó a La Domaine fue un argentino, a principios de 1994. Los registros formales aún no estaban consolidados en ese momento, por lo que el dato proviene de la memoria del responsable: describió al hombre como un cliente de unos 50 años, con recursos y buen gusto por el vino, que se alojó tres noches tras enterarse del lugar y contactarse por teléfono. El episodio quedó como anécdota de los primeros años del emprendimiento y subraya la atracción internacional que la oferta especializada generó desde sus comienzos.


Contexto: qué es el BDSM y por qué la formación importa

BDSM es una sigla que agrupa prácticas y dinámicas entre adultos: Bondage y Disciplina; Dominación y Sumisión; Sadismo y Masoquismo. Su eje principal, independientemente de las prácticas concretas, es el consentimiento informado, la seguridad y la comunicación previa entre las partes. La formación formal en espacios como La Domaine Esemar busca enseñar técnicas que reduzcan riesgos físicos y psicológicos y fomentar prácticas responsables, especialmente en actividades que implican restricción, impacto o roles de poder.


Qué tener en cuenta para quienes exploran estas prácticas

  • Consentimiento explícito: acuerdos claros antes de cada sesión, límites y señales seguras (palabras o gestos de corte).
  • Seguridad física: conocimiento técnico para evitar lesiones en prácticas como bondage o uso de látigo.
  • Privacidad y discreción: muchos espacios exigen normas estrictas para proteger la identidad de los asistentes.
  • Formación: cursar talleres y aprender de profesionales ayuda a reducir riesgos y mejorar la experiencia.

Fuente: Clarín