Violencia en las escuelas: el reclamo por la vuelta de las amonestaciones en Provincia

Imágenes que reavivan el debate sobre disciplina escolar
Las imágenes del colegio Normal 2 de La Plata —con un alumno que entró corriendo y provocó una pelea en el patio y una preceptora herida— volvieron a poner en el centro el debate sobre la violencia escolar y la posibilidad de reinstaurar las amonestaciones en la Provincia de Buenos Aires. La discusión enfrenta posturas sobre sanciones tradicionales y estrategias formativas o reparadoras.
Qué pasó en Normal 2
El episodio que se viralizó mostró a un joven que ingresó sin remera y agredió a otro alumno; minutos después, una preceptora terminó con un corte en la frente al intentar separar la pelea. La Dirección General de Cultura y Educación bonaerense decidió que “el joven responsable de iniciar la agresión dejará de ser alumno de la escuela”, según difundió la autoridad educativa. Testigos señalaron que el alumno había sido apartado meses atrás por problemas de conducta y que ingresó por una puerta del edificio donde, según relataron, jóvenes entran y salen “sin controles”. El centro de estudiantes organizó una protesta y cortó la calle frente al colegio tras la decisión de la Dirección.
El reclamo de docentes y la propuesta de volver a las amonestaciones
La preceptora lesionada y parte del personal pidieron recuperar herramientas disciplinarias como las amonestaciones para tener margen de acción ante casos de indisciplina y violencia. En el pasado, el régimen de amonestaciones en la Provincia establecía que al llegar a 25 amonestaciones el alumno debía ser expulsado y que con 15 podía verse obligado a rendir todas las materias y arriesgar la repetición de año.
La posición oficial y el argumento pedagógico
“Que no existan amonestaciones no significa que la escuela sea un escenario de anomia. Hay procedimientos”, dijo Alberto Sileoni, director general de la Dirección de Cultura y Educación bonaerense.
Sileoni defendió el sistema actual señalando que existen otras medidas —desde obligar a asistir a talleres hasta proponer cambio de turno o, en casos extremos, decirle al alumno que no hay lugar para él en la escuela— y advirtió sobre los riesgos del régimen anterior, que podía generar “especulaciones” por la cuenta regresiva de sanciones.
Expertos consultados: eficacia vs. simbolismo
Alejandro Castro Santander, director del Observatorio de la Convivencia Escolar, sostuvo que hace una década que se debate el tema: cree que hubo un relajamiento en la aplicación de instrumentos y que debe existir un mínimo normativo claro para que la escuela, en conjunto con estudiantes y familias, construya reglas de convivencia.
Paola Zabala, de Comunidad Anti Bullying Argentina, advirtió que la forma de la sanción importa menos que su eficacia. Señaló que las amonestaciones no atacan las causas de fondo y comparó con proyectos que proponen multas a padres, que pueden detener conductas pero no transformarlas.
Victoria Zorraquín, investigadora en educación y fundadora de la ONG Educere, insistió en que los problemas de las secundarias son multicausales: falta de aprendizajes básicos, necesidad de trabajo colectivo entre docentes y mayor participación de las familias. Propone combinar sanciones con incentivos y con medidas pedagógicas estructuradas, como cursos de ingreso que refuercen lengua y matemática y talleres obligatorios para reparar daños.
Opciones prácticas y límites
- Reinstaurar amonestaciones formales con normas claras y límites mínimos por parte del Estado local.
- Implementar medidas reparadoras que obliguen al alumno a reparar el daño causado.
- Fortalecer la intervención interdisciplinaria: equipo docente, preceptores, psicopedagogos y familia.
- Priorizar políticas que reduzcan la vulnerabilidad social que incide en conductas violentas.
El debate no es sólo jurídico: atraviesa decisiones sobre recursos, organización escolar y vínculo con las familias. Las amonestaciones pueden ser una herramienta, pero expertos advierten que sin políticas educativas integrales —más horas de trabajo docente en equipo, programas de apoyo y sistemas de reparación— las sanciones por sí solas difícilmente reduzcan la violencia.
Fuente: Clarín
